Hacer la reforma de una casa puede ser algo muy emocionante pero, al mismo tiempo, muy estresante. Y es que, por un lado, estamos ansiosos de ver los resultados tal y cómo los habíamos imaginado. Pero, por otro lado, tendremos que enfrentarnos a los ruidos y a la suciedad que se genera durante el tiempo que duren las obras.
Una vez que todo está listo, toca limpiar y ordenar para poder disfrutar plenamente de los cambios que hemos realizado en nuestro hogar. Y es habitual que no sepamos bien por dónde empezar. No desesperes. Hoy, te traemos unos consejos muy útiles sobre cómo limpiar el suelo después de una obra para que quede perfecto.
¿Cómo quitar el polvo y las manchas del suelo después de una obra?
Durante las obras, es normal que el polvo se acumule en el suelo debido a todos los trabajos de albañilería. Seguramente, tu primer impulso sea ponerte a barrer. Sin embargo, esto es precisamente lo que no debes hacer, ya que lo único que lograrás es cambiar el polvo de sitio en lugar de eliminarlo.
Primero recoge todos los trozos de escombro, cemento y piedra más grandes. Luego abre la ventana y coloca un ventilador apuntando hacia el exterior para que el polvo acumulado en el aire vaya saliendo. Cuando el polvo se asiente y deje de estar flotando en el aire, podrás empezar a limpiar.
Después utiliza un aspirador y da unas pocas pasadas por toda la casa, incluyendo aquellas habitaciones en las que no se han hecho obras. Y es que el polvo se esparce por toda la casa. Lo ideal es usar un aspirador con un filtro de alta eficiencia, ya que de esta forma no se dañará al absorber el polvo y la suciedad. Empieza siempre por una esquina y limpia bien toda la superficie.
Recuerda que mientras vayas pasando el aspirador, deberás ir caminando por las zonas ya limpias para no volver a ensuciar lo que vas limpiando con las pisadas. Cuando lo creas oportuno, cambia el filtro y sigue limpiando. Si no tienes aspirador, también puedes usar una mopa o un paño húmedo de algodón atado a una escoba para que arrastre toda la suciedad.
Una vez que el suelo esté libre de polvo, llega la hora de fregar. Como siempre, deberás ayudarte con un friegasuelos y un cubo, pero no debes escurrirla demasiado, ya que de este modo podrás quitar el polvo que haya podido quedar y eliminar algunas manchas sin esforzarte demasiado.
Si el suelo tiene manchas que no se van fácilmente, moja un trapo con agua oxigenada o gaseosa y pásalo por aquellas zonas que estén más sucias. Si se trata de manchas de pintura o barniz, el remedio más eficaz es el esmalte de uñas con acetona. Moja la pintura con el esmalte y luego ráspala con una espátula. Y si son manchas de barro o cemento, moja un trapo con algún producto desincrustante y pásalo por encima de la suciedad. Después, elimina lo que quede con una espátula.